Ese texto tan raro que el otro día “reconstruiste”, tenía al pie de página, el lugar desde dónde se había extraído. Fue curioso descubrir que existe una web que se llame “quiero que me leas”. Sin entrar a hablar de esta web y de su contenido, lo que me ha gustado es la idea. Así que pensando con esta cabecita que casi nunca para, me puse a darle vueltas a la idea de que tú me leyeras. De alguna forma cuando te escucho, cuando hablas conmigo aunque solo sean tonterías, algo dentro de mí se sacia, se calma. Es como si tu voz funcionara como un hornillo que calienta mi alma, mi corazón y que alimenta mis pensamientos y mi cerebro. Pasaría horas escuchándote divagar y elucubrar sobre cualquier materia. ¿Por qué no entonces oírte leer? Me gustaría poder escuchar, mientras me acurruco a tu lado, ese poema que adiviné de Walt Whitman recogiendo el guante que nos lanzaste a todos los que visitamos tu blog. Seguro que en tu voz suena diferente a como yo lo leo. Quizás con ese aire de misterio que siempre mantienes y que tanto atrapa.
martes, 16 de diciembre de 2008
miércoles, 3 de diciembre de 2008
Negar la evidencia
Siempre se ha dicho que no se puede negar lo evidente, pero lo cierto es que cuando esa evidencia, de cierta manera te perjudica entonces, la niegas sin mas. El hecho es que vemos los que queremos ver y no lo que realmente es. Lo digo con conocimiento de causa. Llevo un tiempo negando una evidencia que por el mismo hecho de negarla hace que ahora esté mas fastidiada. Fastidiada por hacer castillo de arena en el aire aún sabiendo que no tenían buenos cimientos. A veces, es necesario que alguien simplemente te escuche un rato, para que tú mismo al relatarlo te des cuenta de lo tonto que suena. Eso me ha pasado a mi este finde. No puedo negar que ahora me "duele", pero al menos ya reconocía la evidencia.
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