jueves, 19 de abril de 2012

Los placeres prohibidos.

No decía palabras,

acercaba tan sólo un cuerpo interrogante,

porque ignoraba que el deseo es una pregunta

cuya respuesta no existe,

una hoja cuya rama no existe

un mundo cuyo cielo no existe.


La angustia se abre paso entre los huesos,

remonta por las venas

hasta abrirse en la piel,

surtidores de sueño

hechos carne en interrogación vuelta a las nubes.

Un roce al paso,

una mirada fugaz entre las sombras,

bastan para que el cuerpo se abra en dos,

ávido de recibir en sí mismo

otro cuerpo que sueñe;

Mitad y mitad, sueño y sueño, carne y carne,

iguales en figura, iguales en amor, iguales en deseo.


Aunque sólo sea una esperanza,

porque el deseo es una pregunta cuya respuesta nadie sabe.

Los placeres prohibidos - Luis Cernuda

Firma final