Hoy he sacado a pasear mi picardía... Esa que a veces incluso me acaba sorprendiendo a mí. La tenía algo olvidada en algún recoveco de mi cuerpo y sólo me acordé de ella justo en el momento en el que colgué el teléfono. Segundos después era ella quien le llamaba y le proponía un plan alternativo. Colgué el teléfono con el objetivo conseguido y la sonrisa puesta. Minutos más tarde y tras un cortado a toda prisa, pude comprobar que mi picardía seguía allí y no se había ido. Había vuelto para quedarse. Así que en un pequeño intento para sacar un poco de valor la usé nuevamente y .... conseguí probar de nuevo ese sabor que tanto me estaba empezando a gustar... el de sus labios.
Después de todo, ¿me estaré olvidando del sabor de la mandarina?