cuatro angelitos mis sueños guardan. Y así estoy, que a la hora de dormir mi cabeza parece una olla a presión y el sueño pasa de largo. Todo sea por recibir luego un sms de buenos días que me recargue la sonrisa, me haga recordarte y me deje atontada el resto de día. Aunque aún no he averiguado si ésto último se debe al cansancio o a esa idealización romántica del amor que padezco sin remedio.
(Lo que yo quiero, corazón cobarde, es que mueras por mí)
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